miércoles, 25 de septiembre de 2013

Una historia que contar


Recuerdo que mi madre me contaba que era yo un bebé cuando entraron a robar en nuestra casa muy humilde cerca del río Turia , constaba de una sola habitación , allí se comía , se dormía y se pasaban las horas muertas, muy pocas, porque siempre se estaba fuera trabajando, y por ese motivo no me robaron a mi también. Se llevaron ropa, colchón incluso cacharros de cocinar , había poco pero aun nos dejaron con menos ( y yo como soy así, pienso...a los ladrones les haría mas falta que a nosotros), claro que eso lo pienso ahora, pero si retrocedo en el tiempo me imagino a mis padres hundidos.
Echaron mano de la poca familia que tenían en Valencia, y así pudimos salir adelante y remontar poco a poco. Cuando mi padre vio por fin un poco la luz, trabajando en el campo, vendiendo morcillas por las casas, de carnicero y en una cristalería donde acabó jubilándose, se compraron un piso y poco a poco todo lo demás. Me estoy acordando ahora que mi madre me llevó a un fotógrafo para quedar inmortal en una bendita foto que casi le cuesta la separación a la pobre mujer porque tubo que pagar 300 pesetas que era lo que mi padre ganaba al mes.



Con el paso del tiempo nació mi hermana, que recuerdo, que mi madre me dijo que un pájaro muy grande y blanco la había dejado en la ventana, osease...la cigüeña y yo con los ojos a cuadros, me lo tragué, a si que éramos una boca más para alimentar. De las dos, ella fue la mas estudiosa por que le gustaba y lo tenia muy claro, llegó a sacarse una carrera. Y yo, también lo tenia muy claro y era todo lo contrario si vierais mi cartilla de escolar con cincos pelaos y de ahí para abajo, pero eso si, sacaba notables y sobresalientes en manualidades , estaba claro que lo mio era la creatividad.

Como no quise estudiar una carrera, me puse a trabajar a los 13 años en una empresa de porcelana, había que aportar en casa y ayudar. Y a partir de ahí , como cambió la vida y así, una cosa detrás de la otra fueron sucediendo, me casé, tube un hijo, me separé, me despidieron del trabajo, luego enfermé y de momento estoy saliendo adelante y esto último y lo tercero ha hecho que yo saque todo lo que tenía guardado en las entrañas.

Y por fin por primera vez, voy a ver salir a la luz toda mi creatividad, me siento renacida, con fuerza y encima soy feliz con poquito, echando mano de la familia. Parece que la historia se repite, es como si también me hubieran robado......

Lo de dar a conocer mi trabajo, está dando resultado , como me dijo Calenda, nadie se quedará indiferente cuando lo vean , habrá a quien les gustará mas o menos, en cuanto a vender, que queréis que diga, ya me gustaría pero soy consciente que el panorama no está para comprar cuadros a no ser que pase alguien que le guste mucho lo que ve y no le importe gastar unos euros extras que le sobre.

Yo de momento , me conformo con que guste pero también me gustaría vender para seguir comprando material y poder crear...pues me cuesta estirar mucho  para llegar a final de mes.

Mientras tanto, daré tiempo al tiempo porque todo llega cuando tiene que llegar... ni un día antes, ni un día después.










jueves, 5 de septiembre de 2013

El bosque de los Lamentos


  CUENTO......el bosque de los lamentos.

Hubo una vez un bosque de árboles pequeñitos que crecían todos a la vez. Había sido plantados por un anciano labrador que cuidaba de que todos crecieran rectos y sanos. Pero aquel lugar era un sitio de fuertes vientos, y los pequeños árboles preferían evitar las molestias del aire encogiéndose y torciendo sus troncos y ramitas.
El anciano, sabiendo que de aquella manera no podrían crecer bien, se esforzaba en enderezarlos, y dedicaba horas y horas a atar sus finos troncos a las estacas y varas que plantaba junto a cada árbol, con la esperanza de que comprendieran que hacía todo aquello por el bien de sus amados árboles.
Pero aquellos árboles caprichosos no tenían ganas de aguantar el viento. Daba igual que el viejo les prometiera que cuando fueran altos y rectos el aire no les molestaría. Siempre se las apañaban para doblarse y retorcerse, y seguir escondiéndose del viento. Sólo uno de aquellos árboles, uno que estaba situado justo en el centro del bosque, se esforzaba por seguir creciendo erguido, y aguantaba con paciencia las travesuras del fastidioso viento.
Pasaron los años, y el viejo murió. Y desde entonces, los árboles pudieron crecer a su aire, torciéndose y protegiéndose del viento como quisieron, sin que nadie les molestara. Todos, excepto aquel árbol del centro del bosque, que siguió decidido a crecer como debía hacerlo un árbol.
Pero a medida que el bosque crecía, y los árboles se hacían más gruesos y robustos, comenzaron a sentir crujidos en su interior. Sus ramas y sus troncos necesitaban seguir creciendo, pero los árboles estaban tan retorcidos que ese crecimiento imparable sólo les provocaba un dolor y sufrimiento aún mayor que el que se habían ahorrado evitando el viento. Cada día y cada noche, en lo profundo del bosque, podían escucharse los ruidos y chasquidos de los árboles, como si fueran quejidos y sollozos. Y en los alrededores comenzaron a conocer aquel lugar como el bosque de los lamentos.
Y era un lugar con un encanto especial, pues justo en el centro, rodeado de miles de árboles de poca altura, llenos de nudos y torceduras, se alzaba un impresionante árbol, largo y recto como ninguno. Y ese árbol, el único que nunca crujía, siguió creciendo y creciendo sin tener que preocuparse del siempre travieso viento y sus amigas las brisas.


Autor..

Una metáfora acerca sobre las buenas posturas en los niños, y sobre las consecuencias que pueden tener en el futuro nuestros actos de excesiva comodidad.

Me gustó para ambientar éste cuadro que creo que está acabado, a veces, me rayo.


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